Terra N.3 – ESCUELAS: Desde las escuelas de Geología en Colombia

GEÓLOGOS CONTEMPORÁNEOS

El cambio climático y la sexta extinción en masa son los dos mayores problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad. Estos son causados, principalmente, por los desequilibrios en el corto plazo (milenios – siglos) de los ciclos biogeoquímicos del Sistema Tierra, derivados de las actividades antrópicas. Entonces, sin lugar a duda, el entendimiento de la Tierra como sistema y de estos ciclos debe empezar a ser el área de conocimiento central en las nuevas generaciones de geólogos.

La mayoría de los jóvenes que hoy sienten pasión por las geociencias y que ven su futuro en la Geología ingresan porque quieren ayudar a mitigar el desequilibrio en los ciclos planetarios desde su vocación científica (todos los geólogos son científicos, independientemente de si están en la academia o en la industria). Adicionalmente, varios centros educativos que están a la vanguardia en las geociencias (ETH Zürich, MIT, Stanford, Yale) han empezado, desde comienzos de este siglo, a mover sus programas hacia un enfoque que enlace todas las esferas del Sistema Tierra a lo largo de las clases de sus pregrados y posgrados.

Asimismo, es necesario tener en cuenta que la Geología está en la base de la economía global que hoy alcanza ocho mil millones de usuarios y que para 2050 será de diez mil millones. Es esta cadena de extracción, producción, intercambio, distribución y consumo, la principal causante del desajuste contemporáneo de los ciclos biogeoquímicos del Sistema Tierra. Es fundamental entonces que los programas de geociencias también incluyan rasgos profundos de ética científica que les permita a sus egresados, junto a sus capacidades de investigación, plantear y desarrollar estrategias cada vez más sostenibles de búsqueda y aprovechamiento de agua, energía y minerales.

Ninguna universidad en Colombia tiene las capacidades investigativas con las que cuentan los centros educativos de vanguardia que mencionamos anteriormente (esto debido principalmente al bajo número de profesores con doctorado, a presupuestos limitados y a la falta de laboratorios y equipos). Sin embargo, uno de los mayores atractivos de conocer la geología colombiana ante el complejo panorama actual es que Colombia es un laboratorio natural para entender las interacciones de los componentes del Sistema Tierra en el trópico durante, al menos, los últimos 300 millones de años. El resultado es una fuente extraordinaria de datos empíricos que nos pueden ayudar a comprender la reacción de los ciclos biogeoquímicos ante diferentes perturbaciones en el trópico y, por lo tanto, a generar las bases para hacer pronósticos acerca de estos cambios en el futuro a corto plazo.

Esa posibilidad que tenemos hoy de acceder a una cantidad de información, que ni el más avanzado pensador hubiera pronosticado, sumado al hecho de que las computadoras nos permiten, de una manera cada vez más rápida, procesar esa información para hacer predicciones, hace que la formación de los geólogos y demás profesionales de las geociencias deba ir también encaminada hacia a la cuantificación de los procesos geológicos y a la predicción de los cambios que acarrean nuestras decisiones económicas. Tal vez así, y solo así, podamos por fin entender cómo habitar este planeta y aprovecharlo de una manera consciente y más sostenible para la especie humana.

En consecuencia, la Universidad EAFIT, con un pregrado en Geología de ya casi 40 años, decidió dar un paso hacia el siglo XXI diseñando un nuevo programa académico que se aproxime al menos a lo que estamos necesitando: una enseñanza de la Geología enmarcada en el concepto de Sistema Tierra y geólogos más preparados en la cuantificación de procesos a través de clases donde se enseña a los estudiantes conceptos de programación y uso de software especializado para la solución de problemas específicos de las geociencias. Un programa trazado por una planta profesoral joven, académicamente muy bien preparada y, sobre todo, con una visión muy variada de la Geología y de lo que debe ser un geólogo competente para afrontar los problemas actuales de Colombia y el mundo. 

Y aunque para los profesores el diseño de ese programa fue un salto gigante porque significó hacer renuncias y hacernos preguntas (algunas veces incómodas), realmente no es más que un paso de bebé hacia la maratón para la que hay que prepararse. No bien habíamos enviado el nuevo programa al Ministerio de Educación y ya nosotros mismos nos estábamos cuestionando algunas de las decisiones tomadas: la inclusión o no de una nueva asignatura, la modificación o no en el número de créditos de las asignaturas existentes, la necesidad o no de profundizar (o no profundizar) en algunos temas. A pesar de todo esto, sentimos que vamos por buen camino y, lo más importante de todo, nunca dejaremos de pensar en cómo mejorar y hacer que nuestro país, cada vez más, cuente con geólogos mucho más preparados para afrontar los retos de este siglo y los venideros.

Para que eso pase, sin embargo, se necesita del compromiso de todos los que de una u otra forma influimos en la manera en que se educa al profesional de las geociencias (geólogos, ingenieros geólogos, geocientíficos) en nuestro país. Y aquí tendríamos que empezar por la falta de preparación, sobre todo en competencias comunicativas (claridad al hablar y escribir, comunicación escrita, gramática y ortografía) y comprensión de lectura, con la que llegan los nuevos estudiantes a las universidades. El resultado es que el proceso de aprendizaje en la universidad será mucho más lento y, por lo tanto, el pensamiento crítico (indispensable en nuestra profesión) será más difícil de inculcar y desarrollar. 

Una posible solución es empezar a involucrar en nuestras clases ejercicios de escritura de reportes, ensayos, debates alrededor de temas cruciales como, por ejemplo, energías alternativas vs. combustibles fósiles, y otras actividades que permitan cerrar la brecha y prepararlos a todos por igual para su vida laboral. De igual forma, los docentes universitarios tenemos la responsabilidad de modificar nuestros métodos de enseñanza para adaptarnos a una población cada vez más controlada por redes sociales (y todo lo que eso conlleva), de estar dispuestos a aceptar disciplinas nacientes en las geociencias y, sobre todo, de ir más allá en nuestras asignaturas y enmarcarlas cuantitativamente bajo el concepto de Sistema Tierra.

Para dar ese salto en la educación de la geología colombiana se necesita entonces que las escuelas de geociencias del país integren los conceptos del Sistema Tierra a todas las clases, incluyendo las más aplicadas, y que migremos la visión del geólogo que va a ser contratado para seguir instrucciones de un superior, a la de un geólogo científicamente activo que, con base en su conocimiento y criterio, aporte visiones refrescantes a la solución de problemas en los lugares donde trabaje. Solamente educados bajo el concepto de Sistema Tierra y fundamentos cuantitativos, los nuevos geólogos podrán hacer predicciones geológicas efectivas bajo diferentes escenarios que permitan acercarnos a una sostenibilidad aceptable que le evite a nuestra especie una extinción prematura.

Marcela Jaramillo Uribe – Jefa del pregrado en Geología, Universidad EAFIT.
Andrés L. Cárdenas Rozo – Profesor asociado del pregrado en Geología, Universidad EAFIT.

 
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