Terra N.4 – PERSONAJES
LAS CINCO PREGUNTAS DE GUILLERMO GONZÃLEZ IREGUI
Cuando nos contestemos claramente estos cinco interrogantes, sabremos si lo que hicimos o vamos a hacer vale la pena. La GeologÃa no se hace con drones, ni en un laboratorio, ni para volverse millonario. Hay profesiones mÃĄs fÃĄciles que son tan lucrativas como la nuestraâĶ.
Humberto GonzÃĄlez Iregui
Humberto GonzÃĄlez Iregui (derecha) recibe del Dr. Alberto C. Riccardi (izquierda), presidente de la UniÃģn Internacional de Ciencias GeolÃģgicas (IUGS), la DistinciÃģn Fundadores: Luis Guillermo DurÃĄn â Padre JesÚs Emilio RamÃrez de la Sociedad Colombiana de GeologÃa. MedellÃn (Colombia), XIV Congreso Latinoamericano de GeologÃa, 29 agosto 2011.
La Semana de PasiÃģn de 1983 la pasÃģ en PopayÃĄn. El Jueves Santo, 31 de marzo, madrugÃģ a desayunar con su familia. Se disponÃan a visitar un cultivo de orquÃdeas cerca de la ciudad, porque estaba aficionÃĄndose a sembrarlas. A las 8:13 de la maÃąana, cuando iban de viaje por la carretera, el automÃģvil se meciÃģ de manera anormal; se detuvieron y el conductor concluyÃģ que estaba temblando. Por la radio del coche se enteraron de la tragedia: durante casi dos minutos la tierra bramÃģ, las paredes crujieron y centenares de edificaciones se desplomaron. La capital caucana quedÃģ envuelta en polvo, como si acabara de ser bombardeada.
   Regresaron inmediatamente a PopayÃĄn, la visita al cultivo se cancelÃģ. Mientras ingresaba a la ciudad, descubrÃa un paisaje urbano muy distinto del que dejÃģ cuando comenzaba la maÃąana. Los lugareÃąos se habÃan lanzado en pijama a las calles, corrÃan enloquecidos en todas direcciones, cercados por la destrucciÃģn. PrÃĄcticamente la totalidad del centro histÃģrico, entonces considerado una de las zonas de arquitectura colonial mÃĄs importantes de AmÃĐrica, se vino al suelo o quedÃģ parcialmente destruido. Los tubos del acueducto se averiaron y no habÃa agua, los postes de la luz cayeron y la capital caucana se quedÃģ sin alumbrado elÃĐctrico. Las campanas de las iglesias y los telÃĐfonos de las casas dejaron de repicar; PopayÃĄn quedÃģ incomunicada, semidestruida y enloquecida.
   El terremoto hizo visibles las vÃsceras de la ciudad. El apagÃģn general dejÃģ sin energÃa las bombas de gasolina y sin luz al hospital; las calles estaban averiadas y peligrosas, en cualquier momento podÃan venirse abajo muchas construcciones maltrechas; los almacenes de vÃveres quedaron arrasados; la gente corrÃa y gritaba, algunos con contusiones en la cabeza o tiznados por el polvo que envolviÃģ a la capital del Cauca despuÃĐs del temblor. La ciudad mÃĄs catÃģlica, de mayor tradiciÃģn y simbologÃa religiosa en el paÃs, habÃa muerto.
DespuÃĐs del sismo
Con gran dificultad ingresÃģ en el Hotel Monasterio del centro histÃģrico, donde se habÃa alojado con su familia. La mayor parte del centenar de huÃĐspedes eran mÚsicos que asistÃan al XX Festival de MÚsica Religiosa. El tropel de intÃĐrpretes clÃĄsicos corrÃa por los pasillos. Todos âturistas y mÚsicosâ habÃan decidido huir de la ciudad. Pero ÃĐl no era artista: era cientÃfico, era geÃģlogo; estudiaba la historia de la tierra, los fenÃģmenos naturales que la habÃan moldeado durante miles de millones de aÃąos: algo podrÃa hacer. BuscÃģ a Abigail Orrego (q.e.p.d.), a Armando Espinosa y a Gabriel ParÃs, sus colegas de la Regional de PopayÃĄn de INGEOMINAS (hoy Servicio GeolÃģgico Colombiano), pero no los encontrÃģ. AÚn no llegaba el tiempo de los celulares y era muy difÃcil hallar a alguien en aquel escenario apocalÃptico. Estaban pasando muchas cosas y no podÃa hacer nada.
   HuyÃģ hacia Cali con su familia. Por donde pasaba veÃa edificios colapsados, fachadas agrietadas y rostros aterrorizados: ÃĐl tambiÃĐn tenÃa miedo. El dÃa siguiente, Viernes Santo 1š de abril, El Tiempo, diario de mayor circulaciÃģn nacional, publicÃģ que: âel equivalente a una explosiÃģn de 28 mil toneladas de dinamita fue la energÃa sÃsmica que se desprendiÃģ en el violento terremoto de PopayÃĄn, que semidestruyÃģ 48 barrios de la colonial capital caucana, dejÃģ un saldo de por lo menos 200 muertos y mil heridosâ. Posteriormente los estudios geolÃģgicos revelaron que, a pesar de la inmensa destrucciÃģn de obras civiles, el sismo fue de magnitud moderada, aproximadamente igual a 5.5 en la Escala Ms (de ondas superficiales). Fue entonces, cuando Humberto GonzÃĄlez Iregui se planteÃģ una inquietud, sobre el fenÃģmeno de la naturaleza que acababa de presenciar: ÂŦlos daÃąos dependieron mÃĄs de la calidad de las edificaciones, que de la intensidad del sismo.Âŧ
   En 1983, la instrumentaciÃģn sÃsmica nacional era manejada por el Instituto GeofÃsico de los Andes Colombianos. El sistema era deficiente: con pocas estaciones, algunas de ellas mal ubicadas, y otras que dejaban de operar durante lapsos prolongados. DespuÃĐs del evento, se instalÃģ una red portÃĄtil de cuatro sismÃģgrafos, que permitiÃģ el registro de un buen nÚmero de rÃĐplicas. El foco del sismo fue ubicado a 12 kilÃģmetros al suroccidente de PopayÃĄn, en la Falla de Rosas-Julumito, uno de los ramales de la Falla de Romeral, a una profundidad entre 12 y 15 km. Hasta entonces, el Sistema de Fallas de Romeral, fue considerado inactivo por muchos geÃģlogos colombianos; pero la tragedia estaba demostrando todo lo contrario. ÂŦFaltÃģ geologÃa, los estudios realizados hasta la fecha fueron insuficientes y nunca se orientaron hacia la prevenciÃģn de desastres naturales en la regiÃģnÂŧ, concluyÃģ el colega GonzÃĄlez.
   Los costos directos de los daÃąos producidos por el terremoto de PopayÃĄn, del 31 de marzo de 1983, se estimaron en cerca de 300 millones de dÃģlares de la ÃĐpoca. La ciudad, patrimonio histÃģrico de la humanidad, tuvo que ser reconstruida. Entre los estudios realizados para lograrlo, se llevÃģ a cabo la primera microzonificaciÃģn sÃsmica del paÃs, que resultÃģ siendo una de las primeras efectuadas en AmÃĐrica. La tragedia originÃģ la normativa sismorresistente de Colombia, mediante la expediciÃģn del Decreto Ley 1400 de 1984. El diario El Tiempo afirmÃģ, en su ediciÃģn del viernes santo 1š de abril, un dÃa despuÃĐs del desastre: âNuestra situaciÃģn geogrÃĄfica explica por quÃĐ Colombia se encuentra entre los paÃses mÃĄs azotados por los terremotos, lo cual hace necesario que los cientÃficos estudien las formas de prevenir tragedias como la de PopayÃĄn, que en plena Semana Santa enluta al paÃsâ. Humberto GonzÃĄlez tenÃa claro que nadie predice un sismo: dÃģnde o cuando va a suceder. Pero la devastaciÃģn que presenciÃģ despuÃĐs de la tragedia lo obligÃģ a formularse dos preguntas: ÂŦÂŋpara quÃĐ se hace geologÃa?, Âŋpara quienes?Âŧ
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MedellÃn: aÃąos cincuenta
Humberto GonzÃĄlez Iregui naciÃģ y creciÃģ en BogotÃĄ; es el mayor de cinco hermanos: tres hombres y dos mujeres. ÂŦMi familia era de orÃgenes diferentes: mi padre naciÃģ en Cartago (Costa Rica) de padres paisas; mi madre es antioqueÃąa de madre paisa, de JericÃģ, y padre cundinamarquÃĐs, de CÃĄquezaÂŧ. CreciÃģ en el barrio El Recuerdo de la capital, e hizo la primaria en el Liceo La Salle. A mediados de los aÃąos cincuenta del siglo pasado, sus padres le prometieron âa ÃĐl y a sus hermanosâ un viaje de ensueÃąo a una finca en las afueras de MedellÃn. ÂŦFueron unas vacaciones maravillosas. Cuando terminaron, mamÃĄ nos anunciÃģ que nos quedÃĄbamos a vivir en Antioquia; acababa de separarse de papÃĄ, que se quedaba en BogotÃĄ. Eso era muy raro en aquella ÃĐpoca, de tanto recato y temor al quÃĐ dirÃĄn.Âŧ
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   La separaciÃģn de los padres implicÃģ grandes limitaciones econÃģmicas. ÂŦTenÃa 12 o 13 aÃąos y me matricularon interno en el Juniorato San Juan Eudes en San Pedro de los Milagros, dirigido por Padres Eudistas. Fue un aÃąo muy difÃcil, me reunÃa con mi familia en julio o en diciembre, para las vacaciones de mitad o final de aÃąo; pasaba casi un semestre alejado de ellos. El rÃĐgimen era carcelario; las visitas se programaban los sÃĄbados, de 10:00 de la maÃąana a 2:00 de la tarde y dependÃan de mi buen comportamiento. La exigencia era militar: estaba levantado a las 5:15 y baÃąado a las 6:00 de la maÃąana. Aunque al comienzo fue deprimente, el internado me inculcÃģ disciplina para estudiar.Âŧ Â
   TerminÃģ el bachillerato en el Colegio San JosÃĐ, dirigido por Hermanos Cristianos. Allà conociÃģ a JuliÃĄn Gonzalez PatiÃąo, el destacado cientÃfico y miembro de la CongregaciÃģn de La Salle, a quien se le conocÃa como el Hermano Daniel GonzÃĄlez. Fue un hombre de ciencia, artes y humanidades, que publicÃģ trabajos en botÃĄnica, zoologÃa, mineralogÃa y antropologÃa, que despertaron elogios en la comunidad cientÃfica nacional e internacional. ÂŦAl Hermano Daniel le gustaban los fÃģsiles y era amigo del Dr. Gerardo Botero Arango, a quien luego conocà en la Facultad de Minas. Botero le enseÃąaba paleontologÃa al religioso, mientras el Hermano, en contraprestaciÃģn, lo instruÃa sobre las mariposas.Âŧ
Humberto GonzÃĄlez Iregui (izquierda) y el profesor Jorge JuliÃĄn Restrepo (derecha), despuÃĐs de recibir la DistinciÃģn Fundadores: Luis Guillermo DurÃĄn â Padre JesÚs Emilio RamÃrez de la Sociedad Colombiana de GeologÃa. MedellÃn (Colombia), XIV Congreso Latinoamericano de GeologÃa, 29 agosto 2011.
   Cuando estaba acabando el bachillerato, le llamÃģ la atenciÃģn estudiar algo relacionado con las matemÃĄticas: una ingenierÃa, pero la Civil no le gustaba. ÂŦRecordÃĐ que desde niÃąo me encantaba consultar la enciclopedia El Tesoro de la Juventud. Siempre me llamÃģ la atenciÃģn que la gasolina provenÃa del petrÃģleo, y que movÃa los automÃģviles y los aviones. EmpecÃĐ a investigar sobre los pozos, los equipos de perforaciÃģn y las refinerÃas: me decidà por IngenierÃa de PetrÃģleos. En el paÃs habÃa tres instituciones donde estudiarla: la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga, la Universidad de AmÃĐrica en BogotÃĄ y la Universidad Nacional de MedellÃn. Por razones econÃģmicas elegà la Última, mi madre no tenÃa cÃģmo mandarme a vivir en otra ciudad.Âŧ
La Facultad de Minas
En MedellÃn, cada aÃąo se abrÃan diez cupos para estudiar IngenierÃa de PetrÃģleos; Humberto GonzÃĄlez se presentÃģ y pasÃģ. La Facultad de Minas, que a comienzos de los aÃąos cuarenta del siglo pasado, empezÃģ a funcionar en un terreno cedido por la GobernaciÃģn de Antioquia a la NaciÃģn, ha cambiado muy poco. Los edificios fueron diseÃąados por el Maestro Pedro Nel GÃģmez y su construcciÃģn fue coordinada por el Dr. Gerardo Botero, que fue uno de sus decanos. ÂŦEl Bloque de Robledo, donde iniciÃĐ mis estudios a comienzos de 1962, no es muy distinto del actual. La estructura es la misma, no se pueden modificar los ventanales; los tres edificios se han tratado de adaptar a las necesidades de hoy.Âŧ
   IngresÃģ a cursar el menos uno, el primer aÃąo acadÃĐmico que constaba de cinco o seis materias, donde se ganaba o se perdÃa todo. ÂŦEse primer aÃąo era comÚn para todas las ingenierÃas. La Nacional de MedellÃn era machista, solo habÃa dos mujeres que estudiaban IngenierÃa Civil y tomaron clase conmigo. Cuando me graduÃĐ, a finales de los aÃąos sesenta del siglo pasado, ingresaron las primeras mujeres a la Facultad de MinasÂŧ. Recuerda a cinco condiscÃpulos: AnÃbal ArbelÃĄez, Rafael TobÃģn e IvÃĄn Osorno (q.e.p.d.), con quienes cursÃģ todos los periodos acadÃĐmicos, y Jaime Tabares y FabiÃĄn Hoyos, que terminaron despuÃĐs.Â
   Entre los profesores, quien mÃĄs lo influyÃģ fue Gerardo Botero. ÂŦMe impactÃģ por su capacidad intelectual, por su forma de ser. Fue mi mentor, mi amigo hasta su muerte. Hasta el dÃa de hoy le guardo eterno agradecimiento. Fue un sabio; un gran geÃģlogo, sin serloÂŧ. Otra influencia importante fue Armando Estrada, el profesor de PetrologÃa Ãgnea y metamÃģrfica: ÂŦme enseÃąÃģ a amar el microscopio. Su tesis de maestrÃa de la Universidad de Stanford, publicada en 1972, es el primer trabajo que aborda la geologÃa de Colombia, desde el punto de vista de la tectÃģnica de placas.Âŧ
   El profesor Estrada, como muchos de sus colegas, abandonÃģ el ejercicio cientÃfico de la GeologÃa para dedicarse a la MinerÃa. ÂŦSe ocupÃģ en negociar proyectos mineros. Su trabajo, como el de todo geÃģlogo que entra en la industria privada, no se pudo aprovechar. Cuando a la GeologÃa uno le mete el signo pesos, todo pierde su razÃģn de ser. Si la ciencia no se escribe, nadie existiÃģ para la ciencia; quien redacta y publica un artÃculo tÃĐcnico, tuvo la entereza, el valor de mostrarle a los demÃĄs lo que estaba haciendo. Desde que Armando Estrada empezÃģ a trabajar en MinerÃa, dejÃģ de existir para nuestro gremio; de su producciÃģn profesional nadie volviÃģ a dar razÃģn. MuriÃģ en los aÃąos ochenta del siglo pasado, olvidado por todosÂŧ. TambiÃĐn recuerda a otros dos docentes: a Gabriel Trujillo, el profesor de MineralogÃa, y a Roberto Wokittel, el ingeniero de minas alemÃĄn que llegÃģ a Colombia en 1926, como profesor de la Escuela de Minas, y se dedicÃģ a la geologÃa de yacimientos minerales.
De ingeniero de petrÃģleos a ingeniero geÃģlogo
La Facultad era disciplinada en la programaciÃģn y cumplimiento estricto de los periodos acadÃĐmicos. ÂŦLa Universidad Nacional de MedellÃn se encargaba de buscar las prÃĄcticas profesionales para los estudiantes, mandaban las hojas de vida a las empresas. Durante la carrera tuve tres prÃĄcticas: dos con ECOPETROL y una con el Inventario Minero Nacional (IMN). ECOPETROL me enviÃģ a Barrancabermeja como ingeniero de pozo; mi trabajo era consultar rutinariamente instrumentos de mediciÃģn y anotar datos; las muestras de perforaciÃģn no las miraba, las ponÃa a secar. Otra pasantÃa que hice con esa empresa, consistiÃģ en colaborar en la construcciÃģn de unas lÃneas para sondeos sÃsmicos; el trabajo fue tan aburrido, que me pareciÃģ que cualquiera podÃa hacerlo.Âŧ    La prÃĄctica con el IMN fue en los alrededores de Amalfi (Antioquia), en diciembre de 1965. ÂŦRealicÃĐ un muestreo de rocas. Solo habÃa tenido un curso de campo, en el Último semestre de la carrera, con no muy buenos profesores. En el Inventario empecÃĐ a aprender los conceptos bÃĄsicos de la cartografÃa geolÃģgica regional, y que la geologÃa se hace en el campo. Esta actividad, posteriormente ocupÃģ la mayor parte de mi profesiÃģn. EntendÃ, que aunque nacà y crecà en la ciudad, me gusta mÃĄs el campo; no soy persona para estar encerrado en un apartamento, ni en una unidad de perforaciÃģn.ÂŧÂ
   Fue entonces cuando decidiÃģ que no iba a ser ingeniero de petrÃģleos sino ingeniero geÃģlogo: ÂŦla prÃĄctica con el Inventario Minero me formÃģ y me hizo amar la geologÃaÂŧ. Se graduÃģ el 19 de junio de 1967. Llevaba mÃĄs de una dÃĐcada residiendo en MedellÃn y habÃan sucedido muchas cosas. En el segundo aÃąo de ingenierÃa de petrÃģleos se casÃģ, ya era padre de familia y su madre habÃa regresado a BogotÃĄ, a cuidar al abuelo enfermo. En la ceremonia de graduaciÃģn estuvieron su esposa, los dos hijos y su papÃĄ, que viajÃģ desde la capital para acompaÃąarlo.
   A comienzos de agosto de 1967 tuvo dos ofertas laborales. Por recomendaciÃģn de su maestro, el Dr. Gerardo Botero, era posible vincularse con la empresa vidriera Peldar, una pequeÃąa fÃĄbrica familiar que gracias a su asesorÃa tÃĐcnica, se habÃa convertido en una importante empresa. La otra oportunidad la planteÃģ DarÃo SuescÚn, por entonces director del Inventario Minero Nacional. Antes de decidir, se entrevistÃģ con su mentor: ÂŦel profesor Botero me recomendÃģ vincularme con Peldar, con la industria, porque en una empresa hay que empezar desde abajo, para ir conociendo perfectamente su funcionamiento. A pesar de sus consejos, le desobedecà y optÃĐ por la oferta del IMN.Âŧ
Humberto GonzÃĄlez Iregui (centro). MedellÃn (Colombia), XIV Congreso Latinoamericano de GeologÃa, 29 agosto 2011.Â
El Inventario Minero Nacional
La finalidad del Inventario Minero fue estudiar y evaluar los recursos minerales âexcepto petrÃģleo, carbÃģn, esmeraldas y oro aluvialâ, de cuatro zonas del paÃs que totalizaban cerca de 100.000 kilÃģmetros cuadrados. En la entidad laboraban geÃģlogos e ingenieros geÃģlogos colombianos, asesorados por profesionales del Servicio GeolÃģgico Americano (U. S. Geological Survey). ÂŦEn esa ÃĐpoca no habÃa una diferenciaciÃģn clara entre ingenierÃa geolÃģgica y geologÃa. Todos hacÃamos exactamente lo mismo: el trabajo de campo orientado a producir la cartografÃa geolÃģgica regional. Por destino o suerte trabajÃĐ con colegas de BogotÃĄ; conocà a DarÃo Barrero, a Jairo Vesga y a Hernando Lozano; Tomas Feininger era el director norteamericano.ÂŧÂ
   Lo asignaron a la subzona II-B, al oriente de MedellÃn, localizada mayoritariamente en el Departamento de Antioquia, y en porciones pequeÃąas de Caldas y Tolima. ÂŦEmpecÃĐ a trabajar en Ituango, en 1967. La gente de la regiÃģn era muy buena; me daban alojamiento, me prestaban bestias y trabajadores. Me encomendaron el ÃĄrea correspondiente con una plancha escala 1:25.000 del Instituto GeogrÃĄfico AgustÃn Codazzi (IGAC). Trabajaba en campo de lunes a viernes y viajaba a Ituango el fin de semana, para hablar por telÃĐfono con mi familia.ÂŧÂ
   Las condiciones eran difÃciles. Exploraba ÃĄreas remotas, algunas de ellas a dos dÃas de camino en mula, desde la carretera o el ferrocarril mÃĄs cercanos. LaborÃģ con la instituciÃģn hasta 1969. El Inventario vinculÃģ estudiantes y egresados de la Facultad de Minas de MedellÃn y la Universidad Nacional de BogotÃĄ, para realizar trabajo de campo y organizar la informaciÃģn geolÃģgica. EstimulÃģ a una nueva generaciÃģn de geÃģlogos e ingenieros geÃģlogos, que posteriormente se involucraron con el INGEOMINAS.
   El Gobierno Nacional considerÃģ, dentro de la gran reforma administrativa de 1968, la creaciÃģn de una nueva instituciÃģn donde se concentraran las labores relacionadas con los recursos naturales no renovables. Asà naciÃģ INGEOMINAS, el Instituto Nacional de Investigaciones GeolÃģgico-Mineras (hoy Servicio GeolÃģgico Colombiano), como una entidad pÚblica descentralizada, de orden nacional. El nuevo instituto fue el resultado de la fusiÃģn de tres instituciones: el Servicio GeolÃģgico Nacional, el Inventario Minero Nacional y el Laboratorio QuÃmico Nacional.
El Instituto Nacional de Investigaciones GeolÃģgico-Mineras
Humberto GonzÃĄlez se vinculÃģ con INGEOMINAS en 1969. ÂŦEmpecÃĐ en la Sede Central, en BogotÃĄ, en la jefatura de la SecciÃģn de PetrografÃa y MineralogÃa; estaba feliz de regresar a la ciudad donde nacÃ. Desde niÃąo, mis padres me llevaban de vacaciones a MedellÃn. A muy temprana edad empecÃĐ a diferenciar las dos ciudades donde he vivido: BogotÃĄ, erigida en la planicie de la Sabana del mismo nombre y MedellÃn, enclavada dentro del Valle de AburrÃĄ y rodeada de montaÃąas. Volvà al barrio El Recuerdo, donde crecÃ, y muy poco o nada encontrÃĐ de mi infancia. Como el trabajo era de oficina y tenÃa tiempo, implementÃĐ la infraestructura de exploraciÃģn geoquÃmica en el instituto.Âŧ
   VivÃa en el barrio Sears (hoy GalerÃas), muy cerca de INGEOMINAS y de la casa de su madre. Al trabajo llegaba caminando: ÂŦen esa ÃĐpoca BogotÃĄ me gustaba mÃĄs que MedellÃnÂŧ. En 1970, el Dr. AndrÃĐs Jimeno, por entonces director general del instituto, le ofreciÃģ una beca para ir a hacer una maestrÃa en geologÃa en los Estados Unidos. El programa de capacitaciÃģn requerÃa de un curso de inglÃĐs, de por lo menos seis meses, en una universidad norteamericana; una vez demostrara fluidez en el idioma, podÃa llevarse a su familia e iniciar la maestrÃa.
   La proeficiencia en inglÃĐs no era negociable; ya varios colegas de INGEOMINAS habÃan desertado de oportunidades de capacitaciÃģn, porque no aprendieron el idioma o no pudieron adaptarse a la vida de estudiante en NorteamÃĐrica. ÂŦSe me presentÃģ uno de los mayores dilemas de mi carrera profesional: mi familia o la geologÃa. Si viajaba a estudiar inglÃĐs, mi matrimonio se acababa; mi esposa no iba a quedarse seis meses o un aÃąo sola, en BogotÃĄ o MedellÃn. Dada mi situaciÃģn familiar del momento, no pude aceptar; sacrifiquÃĐ, una de las mejores oportunidades profesionales de mi vida, por la familia.ÂŧÂ
Por esos dÃas, el profesor Gerardo Botero le hizo otra importante oferta laboral: vincularse con la Planta de Peldar en ZipaquirÃĄ. ÂŦDecidà darme una segunda oportunidad con la industria. Pedà una licencia no remunerada por dos meses, prorrogable a tres; trabajÃĐ veinte dÃas en ZipaquirÃĄ, tomando medidas en los manÃģmetros de los hornos donde se fabricaban los envases de vidrio. EntendÃ, de manera definitiva, que la empresa privada no era para mÃÂŧ. LlamÃģ al Dr. Botero y le dijo: ÂŦpor segunda vez le quedo mal, pero el trabajo de Peldar no es lo que quiero hacer durante el resto de mi vida.Âŧ
El regreso definitivo a MedellÃn
El Dr. JesÚs Antonio Bueno, por entonces director del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional de BogotÃĄ, le dio una secciÃģn delgada para que la estudiara. ÂŦLe gustÃģ mi trabajo y me ofreciÃģ la asignatura de PetrografÃa de rocas cristalinas, que dictÃĐ hasta 1972. Le di clase a estudiantes muy aventajados como Jairo Mojica, Carlos MacÃas, VÃctor Carrillo, Gildardo PÃĐrez, Hernando DueÃąas y Jaime Orlando MartÃnez, que despuÃĐs serÃan geÃģlogos brillantesÂŧ. Entre los profesores con quienes compartiÃģ en el Departamento, recuerda a EfraÃn Lozano, Guillermo Ujueta, Alfonso LÃģpez Reina y RaÚl Cadena; con ellos participÃģ en la organizaciÃģn del Primer Congreso Colombiano de GeologÃa, que se realizÃģ en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de BogotÃĄ, en 1969.
Humberto GonzÃĄlez Iregui participando en el XIV Congreso Colombiano de GeologÃa. BogotÃĄ D.C., agosto de 2013
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   En la Sede Central de INGEOMINAS compartiÃģ carrera profesional con los colegas Clemente RopaÃn, Arturo BermÚdez, Francisco Zambrano, RaÚl DurÃĄn, Luis Jaramillo y Hermann Duque-Caro. Durante tres aÃąos dividiÃģ el ejercicio de la geologÃa con la docencia. Pero Alicia, su esposa, no se habÃa adaptado a BogotÃĄ: ÂŦmi mujer viajaba, cada vez con mÃĄs frecuencia, a MedellÃn. Puse en conocimiento de mi situaciÃģn al Dr. AndrÃĐs Jimeno, que seguÃa siendo el director del instituto; ÃĐl me aconsejÃģ que no regresara a la provincia, que insistiera en quedarme en la capital. DespuÃĐs de analizar debidamente las circunstancias, pedà traslado a MedellÃn; por segunda vez elegÃa a mi familia en vez de la geologÃa.Âŧ Â
   En la Regional de Antioquia de INGEOMINAS, que por entonces dirigÃa Octavio RamÃrez, lo vincularon con el proyecto de levantamiento geolÃģgico del cuadrÃĄngulo J-8 SonsÃģn, del cual se hizo responsable a partir de febrero de 1972. EmpezÃģ con un grupo de ingenieros de petrÃģleos que debÃa entrenar en geologÃa; llegÃģ a tener ocho profesionales a cargo. Los trabajos de campo duraron tres aÃąos, fue la ÃĐpoca en que hizo mÃĄs cartografÃa. ÂŦCorrÃa el mes de septiembre de 1974. Con un ÃĄrbol improvisamos un puente para pasar una quebrada; cuando estaba cruzÃĄndola, la punta menos gruesa del ÃĄrbol cediÃģ y caà al agua. La planta del pie derecho recibiÃģ todo el peso de mi cuerpo, un hueso se me saliÃģ por la bota. Me llevaron en mulas y campero hasta Aguadas (Caldas), el dolor era cada vez mÃĄs intenso y terminÃĐ desmayÃĄndome.ÂŧÂ
   DespertÃģ enyesado en el Hospital de Aguadas. En MedellÃn los dolores volvieron a tornarse insoportables; fue hospitalizado y le removieron el yeso porque la herida se estaba gangrenando. De regreso a la oficina recordÃģ, que el dÃa en que tuvo el accidente, iba acompaÃąado por un geÃģlogo junior de BogotÃĄ, a quien estaba entrenando. Lo mandÃģ llamar para continuar con el proceso. Los compaÃąeros de trabajo le informaron, que el muchacho habÃa pasado la carta de renuncia a raÃz de su accidente. Entonces reflexionÃģ, que serÃa importante preguntarle a los reciÃĐn ingresados, en el primer semestre de la carrera: ÂŦÂŋQuÃĐ es la geologÃa?, ÂŋcÃģmo se hace?, ÂŋdÃģnde se hace?Âŧ. Y âpor supuestoâ la pregunta mÃĄs importante: ÂŦÂŋUsted por quÃĐ estudia geologÃa?Âŧ.
MedellÃn: aÃąos setenta
Pero 1974 no fue un mal aÃąo. Del 12 al 17 de agosto Jean François Toussaint y Jorge JuliÃĄn Restrepo, profesores de la Facultad de Minas, realizaron el Simposio sobre Ofiolitas. En su organizaciÃģn participaron Lina MarÃa EcheverrÃa y MarÃa Elsy Ochoa, las primeras ingenieras geÃģlogas egresadas de la Universidad Nacional de MedellÃn. Al evento asistieron autoridades mundiales sobre la temÃĄtica: Robert G. Coleman de los Estados Unidos, John F. Dewey de Inglaterra, y Cecilia MartÃn y Alirio Bellizzia de Venezuela. Se reencontrÃģ con los colegas DarÃo Barrero y Carlos Jairo Vesga del extinto Inventario Minero Nacional, y dirigiÃģ una excursiÃģn al Complejo OfiolÃtico del sur de Antioquia y norte de Caldas. ÂŦDesafortunadamente no aprovechÃĐ lo suficiente por no saber hablar inglÃĐs.Âŧ
   En 1976 lo llamÃģ su colega DarÃo Barrero Lozano, que estaba cursando estudios de doctorado en la Colorado School of Mines. ÂŦMe pidiÃģ que le ayudara a analizar unas secciones delgadas de la zona de su tesis, en la Cordillera Occidental del Departamento del Valle, y que lo acompaÃąara a hacer el corte geolÃģgico Buga-Buenaventura. Fuimos al campo y tomamos mÃĄs muestras que yo estudiÃĐÂŧ. A Barrero lo habÃa conocido a finales de los aÃąos sesenta del siglo pasado, cuando iniciÃģ su carrera profesional en el Inventario Minero Nacional. ÂŦSiempre estaba con Tomas Feininger, el director norteamericano del proyecto, y con Carlos Jairo Vesga, su colega y amigo. Analizaba secciones delgadas y hablaba de geologÃa todo el tiempo. Alguna vez necesitÃģ tomar fotos muy detalladas de unas muestras de mano; lo llevÃĐ donde mi suegro, que era agrÃģnomo y tenÃa los equipos adecuados para hacerlo. El colega Barrero quedÃģ encantado con el trabajo y empezamos a volvernos amigos.Âŧ
   En 1970 DarÃo Barrero fue trasladado de MedellÃn a IbaguÃĐ, para dirigir la oficina regional del INGEOMINAS en el Tolima. ÂŦIniciaba el proyecto del âMapa geolÃģgico del cuadrÃĄngulo K-9 Armero y parte sur del J-9 La Doradaâ. Me pidiÃģ que fuera a la Regional, a colaborarle con el anÃĄlisis de unas secciones delgadas del CuadrÃĄngulo J-9, al norte del ÃĄrea de estudio. ViajÃĐ varias veces a IbaguÃĐ, se me iban los dÃas frente al microscopio petrogrÃĄfico. DiscutÃa y consultaba todo el tiempo, con Barrero y con Jairo Vesga; despuÃĐs de cenar seguÃamos trabajando, hasta las 2:00 o 3:00 de la maÃąana. No parÃĄbamos de analizar secciones delgadas; hasta en sÃĄbado, domingo y festivos. El resultado se publicÃģ en 1976 como una plancha geolÃģgica de INGEOMINAS (hoy Servicio GeolÃģgico Colombiano). Es una lÃĄstima que no haya salido la memoria escrita de todo ese trabajo titÃĄnico, donde participamos casi quince geÃģlogosÂŧ.
   VolviÃģ a reencontrarse con Barrero, en 1982, con motivo del III Congreso Colombiano de GeologÃa, que Humberto GonzÃĄlez organizÃģ en el Hotel Intercontinental de MedellÃn. ÂŦLe dio mucho apoyo al certamen. En mi desarrollo profesional tuve tres influencias muy importantes: los profesores Gerardo Botero y Armando Estrada, y el colega DarÃo Barrero LozanoÂŧ. Aquellos aÃąos de muchas salidas al campo, muestreo geoquÃmico regional y estudio de mineralizaciones, se plasmaron en la publicaciÃģn titulada âGeologÃa de las Planchas 167 (SonsÃģn) y 187 (Salamina)â (1). El accidente de la quebrada no le impidiÃģ seguir haciendo cartografÃa geolÃģgica regional; durante 1976 y 1977 participÃģ en la âGeologÃa de la Plancha 166 JericÃģâ y la âGeologÃa y GeoquÃmica de la Plancha 186 Riosucioâ.
Director regional de INGEOMINAS MedellÃn
En 1977 fue nombrado director de la Oficina Regional de INGEOMINAS en MedellÃn. ÂŦEra el tiempo del primer boom petrolero. Muchos compaÃąeros de trabajo renunciaron porque recibieron jugosas propuestas de la industria, pero dijeron que se iban por desacuerdos conmigo. Se contrataron colegas egresados de universidades rusas para reemplazarlos; conformÃĐ un excelente grupo de trabajo que desarrollÃģ proyectos de cartografÃaÂŧ. El 16 de diciembre de 1984, los campesinos vecinos del VolcÃĄn Nevado del Ruiz, dedicados a sembrar papa y a la ganaderÃa, reportaron la apariciÃģn de una fumarola en la cima del volcÃĄn y algunos temblores suaves. Casi una semana despuÃĐs, el 22 de diciembre, se registrÃģ un sismo leve de 3 a 4 grados en la escala de Richter, en la ciudad de Manizales: el volcÃĄn se habÃa reactivado.
   En marzo de 1985 John Tomblin, alto comisionado de la OrganizaciÃģn de las Naciones Unidas para la InvestigaciÃģn y PrevenciÃģn de Desastres (UNDRO â United Nations Office of the Disaster Relief Organisation), visitÃģ Manizales. Le acompaÃąaron un sismÃģlogo y un geÃģlogo. Los tres visitaron el volcÃĄn y concluyeron que: âexiste un riesgo elevado de erupciÃģn y este riesgo persistirÃĄ mientras continÚen los sismos localesâ. Ese mes, Humberto GonzÃĄlez se vinculÃģ, en representaciÃģn de INGEOMINAS, con las actividades de monitoreo y vigilancia del Nevado del Ruiz. El 11 de septiembre de ese mismo aÃąo, ocurriÃģ una erupciÃģn pequeÃąa con caÃda de cenizas en Manizales: ÂŦse notÃģ que la actividad volcÃĄnica era muy grande. El 17 de septiembre de 1985, se realizÃģ una reuniÃģn con IvÃĄn Duque Escobar (q.e.p.d.), padre del expresidente de la RepÚblica IvÃĄn Duque MÃĄrquez, que por entonces era Ministro de Minas. Concurrieron mÃĄs de veinte funcionarios del gobierno; entre ministros, alcaldes y gobernadores. Alfonso LÃģpez Reina, por entonces director general de INGEOMINAS, y yo, asistimos en representaciÃģn del instituto.Âŧ
   INGEOMINAS asumiÃģ la responsabilidad de elaborar un mapa de riesgo, el primero que se iba a hacer en el paÃs. Por esos dÃas habÃa salido el del VolcÃĄn Cotopaxi del Ecuador, realizado por Minard L. Hall, que iba a utilizarse como base metodolÃģgica. ÂŦPropuse conformar una comisiÃģn de trabajo coordinada desde MedellÃn; el director del instituto estuvo de acuerdo. Las regionales de Antioquia y Tolima, la Universidad de Caldas y la CHEC aportaron los geÃģlogos; como no habÃa suficiente personal, se reclutaron estudiantes de Último semestre de la carrera de geologÃa en Manizales. Se buscÃģ apoyo econÃģmico con la FederaciÃģn Nacional de Cafeteros de Colombia, la CorporaciÃģn Financiera de Caldas, la GobernaciÃģn de Caldas y la Central HidroelÃĐctrica de Caldas (CHEC). Se acudiÃģ al ComitÃĐ cÃvico regional, denominado ComitÃĐ CÃvico de Estudios VulcanolÃģgicos Comunidad Caldense.ÂŧÂ
El primer mapa de amenaza volcÃĄnica realizado en Colombia
Al lanzamiento del mapa se esperaba que llegaran mÃĄs de cien personas, pero sÃģlo concurriÃģ una decena de asistentes; entre ellos, el Ministro de Minas y los gobernadores de Caldas y Tolima. ÂŦÂĄEse fue mi primer gran fracaso! El mayor riesgo descrito en el documento era el de flujo de lodo, que aparecÃa reseÃąado con un 100% de probabilidad. Sin embargo, cuando el colega Eduardo Parra finalizÃģ la exposiciÃģn, nadie pareciÃģ conmoverse por ese altÃsimo porcentaje. Los gobernadores estaban convencidos de que, si no habÃa amenaza alta por lava y explosiones laterales, las demÃĄs eran soportables. El Gobernador de Caldas se decepcionÃģ, al entender que Manizales era una poblaciÃģn con amenaza mÃnima.Âŧ
DespuÃĐs de la entrega hubo una reuniÃģn en el despacho del Ministro IvÃĄn Duque Escobar. ÂŦConcluimos que era necesario detallar mejor las zonas de Armero y ChinchinÃĄ, muy afectables por una erupciÃģn del Ruiz. Nos comprometimos a hacer disponible la segunda versiÃģn del documento un mes despuÃĐs, el 10 de noviembre. La comunidad polÃtica manizaleÃąa perdiÃģ interÃĐs en el mapa y empezÃģ a escasear el dinero; pero, a pesar de los inconvenientes, el trabajo estuvo listo para la fecha prevista. La toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 (miÃĐrcoles 6 de noviembre de 1985), y su retoma por parte del ejÃĐrcito (jueves 7 de noviembre de 1985), distrajeron la atenciÃģn del Estado Colombiano sobre la actividad del volcÃĄn. La entrega de la segunda versiÃģn del mapa de amenazas volcÃĄnicas se aplazÃģ para mediados de noviembre.Âŧ
Humberto GonzÃĄlez Iregui, segundo de izquierda a derecha. SalÃģn Rojo del Hotel Tequendama, XIV Congreso Colombiano de GeologÃa, 31 julio 2013.
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   La agenda polÃtica del Gobierno central con los guerrilleros del M-19 no detuvo al colega GonzÃĄlez y su equipo de trabajo. ÂŦHicimos reuniones de divulgaciÃģn del mapa con la Defensa Civil y la Cruz Roja del Tolima, les explicamos todo lo que podÃa suceder si el volcÃĄn erupcionaba. El domingo anterior al desastre, 10 de noviembre de 1985, visitamos Armero y le contamos a la comunidad todo lo que debÃa hacer, hacia dÃģnde debÃan ir para protegerse. Yo estuve allÃ, explicÃĄndoles personalmente, pero nadie nos creyÃģ. Nadie querÃa dejar sus casas ni sus cosas, todo nuestro esfuerzo fue tiempo perdido. Deseaban oÃr que las posibilidades de destrucciÃģn de Armero eran remotas, y desafortunadamente habÃa quienes lo afirmaban. Cuando salÃan de la misa del mediodÃa, nos contestaban que âmis padres y mis abuelos son de aquÃ, siempre han vivido aquÃ, y en setenta aÃąos no ha pasado nadaâ.Âŧ
   El miÃĐrcoles 13 de noviembre de 1985, una secuencia compleja de flujos piroclÃĄsticos expulsados por el VolcÃĄn Nevado del Ruiz, interactuÃģ con el hielo y la nieve del casquete glaciar de su cima, desencadenando lahares catastrÃģficos (flujos de lodo de origen volcÃĄnico), que destruyeron en su totalidad la ciudad de Armero, y cobraron la vida de 25.000 compatriotas. Fue el peor desastre natural de la historia de Colombia y el cuarto peor desastre volcÃĄnico de la historia de la humanidad.
DespuÃĐs del desastreÂ
Humberto GonzÃĄlez, desde entonces, no ha dejado de pensar en la tragedia. ÂŦFaltÃģ apoyo institucional a una serie de labores tÃĐcnicas que eran nuevas, como el monitoreo de la actividad sÃsmica del volcÃĄn. La informaciÃģn que produjeron los sismÃģgrafos nunca se gestionÃģ en tiempo real; muchos sismogramas ni siquiera se interpretaron. Se ahumaba el papel, se montaba en el cilindro y se ponÃa a girar; a veces el equipo se trababa y nadie se daba cuenta. Nosotros elaboramos un excelente mapa, que denominamos de riesgo, cuando en realidad era de amenaza. Pero no supimos mostrÃĄrselo a la sociedad, no logramos convertir la nota cientÃfica en nota humana.Âŧ
   De los polÃticos de la ÃĐpoca afirma: ÂŦA IvÃĄn Duque Escobar, Ministro de Minas para el tiempo de la tragedia, lo conocÃa desde 1982, porque presidiÃģ el acto de inauguraciÃģn del III Congreso Colombiano de GeologÃa, que organicÃĐ en el Hotel Intercontinental de MedellÃn. Ãl sà nos apoyÃģ; yo asistà a dos reuniones en su despacho, en septiembre y octubre de 1985, y nos ordenÃģ que pusiÃĐramos todos nuestros recursos y conocimiento cientÃfico, en funciÃģn de la gestiÃģn de las amenazas del Ruiz. Cuando sucediÃģ la toma guerrillera del Palacio de Justicia, a comienzos de noviembre, tuvo que darle todo su soporte polÃtico al Presidente de la RepÚblica, Belisario Betancur Cuartas. Ahora hay quienes quieren desprestigiar a Duque Escobar y lo acusan de negligente. Los colombianos vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio; se nos facilita denunciar lo que no se hizo, pero olvidamos reconocer lo que se hizo.ÂŧÂ
   VolviÃģ a formularse interrogantes que sigue planteÃĄndose hasta el dÃa de hoy: ÂŦÂŋpara quÃĐ se hace geologÃa?, Âŋpara quienes se hace? No supimos divulgar el mapa de amenaza volcÃĄnica del Ruiz. Si no somos capaces de transmitir nuestro conocimiento a la mayorÃa, que no son geÃģlogos, no lograremos posicionar la importancia de la GeologÃa en la sociedadÂŧ. La VulcanologÃa naciÃģ, oficialmente en Colombia, a raÃz del desastre de Armero del 13 de noviembre de 1985. ÂŦDespuÃĐs de la tragedia vino âRaimundo y todo el mundoâ: grandes cientÃficos, los mejores vulcanÃģlogos del planeta; pero tambiÃĐn la peor basura de la GeologÃa, los oportunistas de la ciencia. Hubo quien, recomendÃģ ponerle un tapÃģn al crÃĄter del Ruiz, porque el volcÃĄn se comportaba como una olla a presiÃģn. Muchos cientÃficos extranjeros estaban molestos porque no entendÃan, ni querÃan esforzarse por entender, nuestra idiosincrasia.ÂŧÂ
   Durante un desayuno de trabajo, en el Club Manizales, presentaron el Mapa de Amenaza VolcÃĄnica del Nevado del Ruiz. ÂŦFuimos cruelmente criticados por tres cientÃficos italianos, y los directivos de la CHEC propusieron hacer un nuevo mapa. Pero nuestro documento era excelente: para el conocimiento que tenÃamos del volcÃĄn y para el tiempo tan corto que tuvimos para elaborarloÂŧ. DespuÃĐs de la tragedia, sobrevolÃģ en helicÃģptero el ÃĄrea del desastre con VÃctor G. Ricardo, el secretario privado del Presidente de la RepÚblica: ÂŦal seÃąor casi le da un infarto, lo impactÃģ mucho la destrucciÃģn total de Armero; se sensibilizÃģ con la tragedia y le dio mucho apoyo a las labores de mitigaciÃģn del desastre; ayudÃģ mucho, no se aprovechÃģ de la situaciÃģn para sacarle provecho personal, como hicieron otros polÃticosÂŧ. ContinuÃģ coordinando actividades en el Nevado del Ruiz, por parte de INGEOMINAS hasta el 1š de abril de 1986.
Una tragedia familiar
SiguiÃģ viajando con mucha frecuencia a BogotÃĄ y Manizales. Todos temÃan una nueva erupciÃģn que desencadenarÃa otro desastre. En enero de 1986 mandÃģ a su esposa y a sus hijos de vacaciones a Cartagena; ÃĐl seguÃa atareado con los asuntos del volcÃĄn. El 21 de enero recibiÃģ una llamada telefÃģnica que le cambiÃģ la vida: ÂŦAlicia, mi esposa, estaba en la clÃnica; se le habÃa reventado un aneurisma que le produjo daÃąo cerebral severo. HabÃa dos opciones: dejar que la naturaleza actuara y esperar una recuperaciÃģn natural, u operar. Me reunà con mis hijos y optamos por la cirugÃa, conscientes del inmenso riesgo que implicaba, porque era posible que entrara aire al cerebro.Âŧ
   Era necesario conseguir unas grapas especiales para sellar muy bien el crÃĄneo despuÃĐs de la cirugÃa; en el paÃs no existÃan, pero las logrÃģ traer a travÃĐs de la valija diplomÃĄtica de la MisiÃģn de GeÃģlogos Alemanes, que entonces realizaba un convenio de cooperaciÃģn tÃĐcnica con INGEOMINAS MedellÃn. ÂŦMi mujer, despuÃĐs de la intervenciÃģn quirÚrgica, volviÃģ a enfermarse. La mandaron a la Unidad de Cuidados Intensivos; los neurÃģlogos diagnosticaron espasmo vascular tardÃo: quedÃģ aire en el cerebro. Las grapas, tan difÃciles de conseguir, no hicieron el vacÃoÂŧ. La esposa se debatiÃģ, durante el siguiente semestre, entre la vida y la muerte: de la UCI a la Unidad de Cuidados Especiales y a una habitaciÃģn de hospital.Â
   ÂŦLe dieron de alta con la totalidad del lado derecho paralizado. PerdiÃģ la memoria reciente, solo recuerda oraciones y canciones viejas. Fue una mujer muy bella, muy agradable; la madre de mis hijos, mi compaÃąera. Han pasado mÃĄs de treinta y cinco aÃąos y seguimos juntosÂŧ. Desde que su esposa se enfermÃģ, no puede estar sola. Humberto se encarga de que tenga dos personas que la cuidan y la atienden. Cuando ÃĐl no estÃĄ cerca, se enfurece. ÂŦLa geologÃa es bonita, la amamos, trabajamos por ella. El conocimiento cientÃfico es solo de uno, pero no es suficiente. Para llenar nuestras vidas necesitamos un ser querido a nuestro lado, el hombre no naciÃģ para estar soloÂŧ.Â
   El 21 de junio de 1986 falleciÃģ Gerardo Botero Arango, su muy querido maestro de la Facultad de Minas. RecordÃģ, que una de las Últimas veces que se encontraron, fue en la casa de Botero. Tomas Feininger, el otrora coordinador norteamericano del Inventario Minero Nacional, estaba de visita en MedellÃn y el profesor Botero lo invitÃģ a cenar. Humberto GonzÃĄlez tambiÃĐn fue convidado. Muchos colegas habrÃan querido estar allÃ, departiendo con ese pedagogo tan querido por tantas generaciones de geÃģlogos. La curiosidad embargÃģ a Humberto y se atreviÃģ a preguntarle: ÂŦÂŋPor quÃĐ me invitÃģ?Âŧ. ÂŦPorque usted es hecho a mi imagenÂŧ, le contestÃģ su mentor, el hombre que mÃĄs influyÃģ en ÃĐl. ÂŦOjalÃĄ yo hubiera podido llegar a ser esoÂŧ, Humberto pensÃģ con tristeza.
Su tercer desastre natural: el del Galeras
SiguiÃģ fungiendo como Director Regional de la Sede MedellÃn hasta 1988. En 1991 su colega, Luis Jaramillo CortÃĐs, fue reemplazado por el ingeniero civil Adolfo AlarcÃģn GuzmÃĄn, en la direcciÃģn general de la entidad. El nombre de INGEOMINAS se mantuvo pero su significado cambiÃģ a Instituto de Investigaciones en geociencias, minerÃa y quÃmica. ÂŦLa entidad, que actualmente se denomina Servicio GeolÃģgico Colombiano, dejÃģ de ser una instituciÃģn cientÃfica. El nuevo representante legal empezÃģ a modificar los manuales de funciones de los empleados, no para mejorar nada, sino para crear una instituciÃģn mÃĄs polÃtica y menos tÃĐcnica. Los cargos directivos empezaron a proveerse para pagar favoresÂŧ. Desde entonces, las polÃticas sobre el instituto no fueron implementadas por profesionales del gremio geolÃģgico. La entidad no ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias del paÃs y el mundo.Â
   ÂŦEn 1991 volvà a ser nombrado director regional de MedellÃn, pero en 1993 me removieron del cargo porque tuve controversias con el Dr. Adolfo AlarcÃģn, que seguÃa siendo el representante legal del nuevo INGEOMINASÂŧ. En enero de 1993 estuvo en otro desastre natural: el del Galeras. Ãl era uno de los asistentes al taller de trabajo organizado en Pasto, gracias al auspicio de la National Science Foundation de los Estados Unidos, la Canadian Agency for International Development de CanadÃĄ y COLCIENCIAS (hoy Ministerio de Ciencia TecnologÃa e InnovaciÃģn) de Colombia. ÂŦEl jueves 14, antes de irnos a recorrer los alrededores del volcÃĄn, la colega Marta LucÃa Calvache de INGEOMINAS, el vulcanÃģlogo norteamericano Stanley Williams y Jaime Arturo Romero, director del Observatorio VulcanolÃģgico de Pasto, estudiaron los sismogramas del volcÃĄn y concluyeron que era seguro visitarlo.ÂŧÂ
   El colega GonzÃĄlez se fue con el grupo de GeologÃa regional. ÂŦA la 1:00 de la tarde escuchamos la erupciÃģn, vimos gente corriendo y regresamos apresuradamente al hotelÂŧ. RecordÃģ el sismo de PopayÃĄn de 1983 y la catÃĄstrofe de Armero de 1985; estaba presenciando, en vivo y en directo, otro desastre natural que cobrÃģ la vida de nueve personas: seis cientÃficos y tres turistas, que estaban en el crÃĄter del Galeras cuando erupcionÃģ. ÂŦLa geologÃa no es una ciencia exacta, no se maneja con nÚmeros; es una ciencia bÃĄsica que estÃĄ sujeta a la interpretaciÃģn de unos resultados. La naturaleza sigue siendo impredecible, a pesar de todos nuestros esfuerzos para entenderla. Las catÃĄstrofes de origen geolÃģgico que han sucedido en el paÃs, nos obligan a reflexionar cada vez que las conmemoramos. El que no recuerda el pasado sufre en el futuro, lo que pasÃģ vuelve a pasar, lo que estÃĄ sucediendo ya sucediÃģ.ÂŧÂ
   DÃas despuÃĐs se reuniÃģ con un polÃtico, que le preguntÃģ con vehemencia: ÂŦÂŋcÃģmo puedo creerle a los cientÃficos, que dicen que no va a pasar nada y pasa? ÂŋY viceversa?Âŧ. Y en otra reuniÃģn, otro polÃtico afirmaba: ÂŦustedes, los geÃģlogos de INGEOMINAS, son como los gallinazos. Son los primeros que llegan donde hay muertosÂŧ. Y volvieron a resonar las preguntas, que hasta el dÃa de hoy sigue formulÃĄndose: ÂŦÂŋpara quÃĐ se hace geologÃa?, Âŋpara quienes se hace?Âŧ.Â
   SiguiÃģ laborando en la Oficina Regional de INGEOMINAS en MedellÃn, hasta que su carrera con la instituciÃģn sumÃģ casi cuatro dÃĐcadas. ÂŦHabÃa vuelto a involucrarme en proyectos de cartografÃa geolÃģgica regional, esta vez en la Costa PacÃfica.  Me sentÃa viejo para el trabajo y el orden pÚblico era terrible. Cuando recorrà SonsÃģn y Salamina, durante los aÃąos setenta del siglo pasado, la gente de la regiÃģn apoyaba nuestras labores, nos alojaban en sus fincas. Pero las cosas cambiaron, ahora la gente no es tan buena, hay mucha desconfianzaÂŧ. Se retirÃģ el 1š de enero de 2007, llevÃĄndose gratos recuerdos de los colegas y amigos con quienes compartiÃģ. Hasta el dÃa de hoy anhela volver a ver un geÃģlogo en la direcciÃģn general del Servicio GeolÃģgico Colombiano.
El Doctor Alberto C. Riccardi, Presidente de la UniÃģn Internacional de Ciencias GeolÃģgicas (IUGS) (izquierda) y Humberto GonzÃĄlez Iregui (derecha). XIV Congreso Latinoamericano de GeologÃa, 29 agosto 2011, MedellÃn (Colombia).
Aportes a la GeologÃa colombianaÂ
Desde 1975 continuÃģ con la docencia en la Universidad Nacional de MedellÃn, en la Universidad EAFIT y en la Universidad EIA. ÂŦHe dictado GeologÃa econÃģmica, PetrologÃa Ãgnea y GeologÃa de Colombia. Mis clases eran a primera hora de la maÃąana, a las 6:00 a. m., o al final de la tarde, a las 6:00 p. m. Nunca le robÃĐ una sola hora a mi vinculaciÃģn laboral con INGEOMINAS. AlcancÃĐ a dar clase virtual cuando comenzÃģ la pandemia; pero a pesar de mi inmensa pasiÃģn por enseÃąar, decidà retirarme. Le ponÃa notas a mis estudiantes, pero en realidad las estaba regalando; los podÃa calificar con 3.0 o con 5.0, pero daba igual porque en la virtualidad no tenÃa criterios para hacerlo.Âŧ
   En el 2011 recibiÃģ la DistinciÃģn Fundadores: Luis Guillermo DurÃĄn â Padre JesÚs Emilio RamÃrez, que la Sociedad Colombiana de GeologÃa concede a los geÃģlogos compatriotas de realizaciones cientÃficas notables y buena influencia para la juventud. En el 2019, la GobernaciÃģn de Antioquia le impuso la medalla en grado oro, para exaltar y reconocer su destacado desempeÃąo profesional y ciudadano, en la formaciÃģn de geÃģlogos e ingenieros geÃģlogos. Su aporte mÃĄs importante a la GeologÃa colombiana son las muchas clases que dio, a muchas generaciones de estudiantes de geologÃa de MedellÃn y BogotÃĄ, durante casi medio siglo de trabajo como docente. ÂŦMi gran contribuciÃģn es la forma como enseÃąÃĐ, la manera como le mostrÃĐ a mis alumnos la utilidad y la importancia de las geociencias; porque mÃĄs que un profesor, fui un compaÃąero.Âŧ
   El otro aporte son las numerosas planchas geolÃģgicas que realizÃģ como geÃģlogo de INGEOMINAS (hoy Servicio GeolÃģgico Colombiano). ÂŦSon muchas, corresponden con el nivel de conocimiento y las herramientas disponibles para el tiempo en que se hicieron. Las edades de algunas unidades geolÃģgicas pueden cambiarse, en la actualidad se dispone de mÃĐtodos de dataciÃģn mÃĄs exactos. Pero los contactos que trazamos en las planchas se mantienenÂŧ. Y entre sus muchas publicaciones tÃĐcnicas, nacionales e internacionales, ÂŋcuÃĄles considera que son las mÃĄs importantes?:
1. Los mapas geolÃģgicos de SonsÃģn y Salamina (1). ÂŦTrabajamos con mucha precisiÃģn, dibujamos isÃģgradas.Âŧ
2. El Mapa GeolÃģgico de Antioquia (2). ÂŦEl detalle de las distintas fuentes de informaciÃģn, en cada una de las zonas del departamento, es claro.Âŧ
3. Los artÃculos tÃĐcnicos sobre paleontologÃa. ÂŦEstudiÃĐ las rocas blandas. TrabajÃĐ con arcillas y no con rocas duras âcomo acostumbroâ, en zonas donde los yacimientos fosilÃferos son escasos, para precisar edades y relaciones estratigrÃĄficas entre unidades. ColaborÃĐ con el profesor Gerardo Botero (3) y con el Dr. Fernando Etayo (4).ÂŧÂ
4. Los catÃĄlogos estratigrÃĄficos que escribiÃģ, sobre algunas unidades geolÃģgicas de Colombia. La colecciÃģn consistiÃģ en mÃĄs de ochenta fascÃculos, publicados entre 1994 y 2002, por INGEOMINAS. Humberto GonzÃĄlez fue el autor de muchos de ellos: ÂŦen estas publicaciones se precisÃģ el estado del conocimiento geolÃģgico sobre muchas unidades litodÃĐmicas, litoestratigrÃĄficas y bioestratigrÃĄficas del paÃs.Âŧ
5. ÂŋY el mapa geolÃģgico de Colombia publicado en 1988 (5)? ÂŦEs una publicaciÃģn importante, el primer mapa de este tipo que tuvo una memoria escrita. No lo incluyo entre mis aportes a la GeologÃa colombiana porque cada versiÃģn, nueva o antigua del Mapa geolÃģgico nacional, es un documento de naturaleza estrictamente compilatoria.Âŧ
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La GeologÃa del futuro en tiempos de postpandemia
ÂŧLa pandemia no solo afectÃģ la salud de la gente, tambiÃĐn nuestro comportamiento y la economÃa del planeta. IntensificÃģ la virtualidad en nuestras vidas. Pero los geÃģlogos no somos virtuales, la GeologÃa se hace en el campo. Si no es asÃ, los resultados estarÃĄn viciados. El gran sabio de mi profesiÃģn serÃĄ el que compila informaciÃģn, haciendo interpretaciones sobre lo que no conoce. Puedo tener excelentes fundamentos teÃģricos; pero si me limito al anÃĄlisis de muestras, no produzco nada confiable; es necesario conocer el contexto geolÃģgico exacto de donde provienen, y eso solo se logra en el campo.Â
   ÂŧComo geÃģlogo, yo me pregunto: Âŋpara quÃĐ hacemos todo lo que hacemos? Planteamos proyectos para captar recursos econÃģmicos; las universidades lo hacen sin pensar si los resultados le van a resultar Útiles a la sociedad. ÂŋEl montaje de un laboratorio para quÃĐ le sirve a la gente? Se gastan miles, millones de pesos, en generar productos carentes de objetivo social. ÂŋQuÃĐ hacemos con cien edades U-Pb? Esos datos me apasionan, he escrito artÃculos sobre la temÃĄtica. Pero me cuestiono: Âŋpara quÃĐ le sirven a los ciudadanos comunes y corrientes? La ciencia, per se, puede ser inÚtil. Proponemos proyectos solo para gastarnos la plata: hacemos, hacemos y seguimos haciendo; y no sabemos para quÃĐ.
   ÂŧEl Servicio GeolÃģgico Colombiano (SGC) tiene poca proyecciÃģn social. DespuÃĐs del Desastre de Armero, el Observatorio VulcanolÃģgico de Manizales ha tomado miles, millones de datos, sobre la actividad del Nevado del Ruiz. Pero hasta la fecha no existe un modelo geolÃģgico que me muestre cÃģmo es el volcÃĄn por dentro; cÃģmo es su cÃĄmara magmÃĄtica, a quÃĐ profundidad estÃĄ. Debemos darle una dimensiÃģn social a la geologÃa, estamos obligados a hacerla respetar como ciencia. ÂŋCÃģmo es posible que hayamos completado mÃĄs de tres dÃĐcadas, sin un geÃģlogo en la direcciÃģn general del SGC? Los no geÃģlogos que han estado a cargo destruyeron la entidad. Cuando llegaron, dijeron que lo que habÃa estaba mal hecho. ÂŋPor quÃĐ despuÃĐs de mÃĄs de cien aÃąos de existencia, nuestro Servicio GeolÃģgico aÚn no ha escrito la historia geolÃģgica del paÃs?Â
   ÂŧTodos los colegas jÃģvenes ansÃan maestrÃas, doctorados, post-doctorados, viajes y publicaciones nacionales e internacionales. ÂŋY eso para quien es? Âŋa quien le sirve? Alguna vez asistà a la sustentaciÃģn de una tesis de maestrÃa; la metodologÃa fue excelente, los anÃĄlisis de las muestras Ãģptimos, e inmejorable la interpretaciÃģn de los resultados. Pero solo habÃamos como cinco asistentes: el estudiante, su orientador extranjero, una o dos personas y yo. ÂŋCuÃĄnto le costÃģ al paÃs ese tÃtulo de maestrÃa? ÂŋLas conclusiones que obtuvo a cuantas personas les sirvieron? A cinco, de acuerdo con la asistencia a su sustentaciÃģn.Âŧ
Las cinco preguntas
ÂŧLas sociedades cientÃficas y gremiales de la geologÃa tienen que estar en cabeza de colegas deliberantes, que conozcan nuestro oficio y sepan de quÃĐ estÃĄn hablando. Deben saber comunicarse con las personas comunes y corrientes, para darle proyecciÃģn social a nuestro oficio. Que lo mismo suceda con las entidades que aglutinan ingenieros de petrÃģleos e ingenieros de minas: que cumplan con sus funciones.Â
   ÂŧEn las instituciones de educaciÃģn superior, ÂŋdÃģnde estÃĄ la proyecciÃģn social del pensum que enseÃąan? En las escuelas de geologÃa deberÃan dictarse asignaturas sociales, a las cuales hay que concederles la gran importancia que merecen. En mis tiempos de estudiante, nadie le daba relevancia a las humanidades; las veÃamos como materias electivas, como requisitos a cumplir.Â
  ÂŧSiempre ha habido alumnos muy buenos en las escuelas de GeologÃa; pero no son la mayorÃa. Los demÃĄs solo aprovechan la oportunidad para hacer una carrera; estudian porque los admitieron, lo hacen sin amor, para obtener el tÃtulo que los habilite para trabajar. ÂŋPara quÃĐ se matricularon? Ninguna universidad lo cuestiona. Pero yo sà le he formulado la pregunta a mis estudiantes, y las respuestas son sorprendentes: âpor el dinero que voy a devengar cuando me gradÚeâ, âporque pasÃĐ en la universidadâ, âporque alguien me dijo que eso era muy buenoââĶ
    ÂŧLos muchachos entran a estudiar sin saber lo que van a hacer y despuÃĐs de cinco, seis o siete aÃąos siguen en las mismas. De manera fraternal, sugiero a quienes aspiren a estudiar GeologÃa, y a quienes completen dÃĐcadas de ejercicio profesional, que se formulen de vez en cuando estas preguntas:
– ÂŋQuÃĐ es la GeologÃa?
– ÂŋCÃģmo se hace?
– ÂŋDÃģnde se hace?
– ÂŋPara quÃĐ se hace?
– ÂŋPara quiÃĐn se hace?
ÂŧCuando nos contestemos claramente estos cinco interrogantes, sabremos si lo que hicimos o vamos a hacer vale la pena. La GeologÃa no se hace con drones, ni en un laboratorio, ni para volverse millonario. Hay profesiones mÃĄs fÃĄciles que son tan lucrativas como la nuestra. A los colegas jÃģvenes, que estÃĄn iniciando la carrera o hace poco se graduaron, les recomiendo que hagan un poco de experiencia antes de irse a estudiar maestrÃas o doctorados. El mercado laboral estÃĄ saturado de profesionales con muchos tÃtulos, que nunca aprendieron a desempeÃąarse como geÃģlogos.Âŧ
Presente y futuro
ÂŧNo soy citadino, me gusta mÃĄs el campo; mi amor por las orquÃdeas naciÃģ allÃ. Hace unos aÃąos me fui de MedellÃn para cultivarlas. Visito mis flores dos veces al dÃa; por la tarde me quedo hasta cuando ya no hay luz. Cuido a mi esposa. Rememoro el pasado, la mayorÃa de las veces con agrado; volverÃa a hacer el 99% de lo que hice.
   ÂŧEscucho mÚsica vieja: pasillos colombianos, boleros cubanos, tangos argentinos, valses peruanos; mÚsica de cantina, como dicen mis hijos: GarzÃģn y Collazos, el Dueto de AntaÃąo, Silva y Villalba, Julio Jaramillo, Los Visconti, Los Pamperos. A veces mÚsica clÃĄsica, para posar de culto: Ludwig Van Beethoven y Alfredo Krauss.
   ÂŧLeo sobre la geologÃa de Colombia. Desde que me retirÃĐ, de INGEOMINAS y de la docencia, asesoro a la empresa privada: a GEMI, SERVIMINAS y GEOMINAS en proyectos de cartografÃa, y actualmente al sector constructor. Tengo un microscopio petrogrÃĄfico en casa y sigo analizando secciones delgadas.
   ÂŧLeo novela histÃģrica y veo pelÃculas viejas, de la era dorada del cine de Hollywood. Quiero agrandar mis cultivos de orquÃdeas, quiero mejorarlos. Quiero seguir cuidando a Alicia, mi esposa.ÂŧÂ
Henry Villegas-Vega
GeÃģlogo y escritor
Encuentro con Humberto GonzÃĄlez Iregui (derecha), mi amigo, colega y otra compaÃąero de trabajo. XIV Congreso Latinoamericano de GeologÃa, 29 agosto 2011, MedellÃn (Colombia).
REFERENCIAS
1. GonzÃĄlez, H. (1980). GeologÃa de las planchas 167 (SonsÃģn) y 187 (Salamina) (Escala 1:100.000). BoletÃn GeolÃģgico INGEOMINAS, 23 (1), enero-abril 1980, BogotÃĄ, 174 pÃĄgs.
2. GonzÃĄlez, H. (1996). Mapa geolÃģgico del Departamento de Antioquia, escala 1:400.000. Memoria explicativa: GeologÃa, Recursos minerales y amenazas potenciales. INGEOMINAS, MedellÃn, 233 pÃĄgs.
3. Botero Arango, G. y GonzÃĄlez, H. (1983). Algunas localidades fosilÃferas cretÃĄceas de la cordillera Central, Antioquia y Caldas, Colombia. GeologÃa Norandina, No. 7, BogotÃĄ, pÃĄgs. 15-28.
4. Etayo, F., GonzÃĄlez, H. y Ãlvarez, E. (1980). Mid-Albian Ammonites from Northern Western Cordillera, Colombia, South America. GeologÃa Norandina, No. 2, BogotÃĄ, pÃĄgs. 24-30.
5. INGEOMINAS (1988). Mapa geolÃģgico de Colombia escala 1:1â500.000. Compilado por Vargas, R., Espinosa, A., NÃšÃąez, A., GonzÃĄlez, H., Orrego, A. y Etayo, F. ColaboraciÃģn especial: Duque-Caro, H., Mendoza, H. y ParÃs, G. INGEOMINAS, BogotÃĄ.